miércoles, 25 de marzo de 2015

LA METAFISICA DEL ARTISTA: A ojos del soñador

Una discusión, una perdida, un susurro al oido, una ambición, una tragedia, el amor de nuestra vida.
Un lienzo en blanco, teñido de negro, un boceto, una canción perfecta, un cuadro que nos haga temblar.
Resulta evidente que el artista encuentra en el mundo las pautas que rigen la integridad de sus creaciones, pero, ¿Que hay de su mundo? ¿Que ocurre con esa introspección que le empuja a armarse de valor,de creatividad, de su instrumento de perpetuación, para esbozar e ilustrar todo aquello que situa el sol en el mundo de su mente?

Podemos tomar una capsula del tiempo para viajar hacia la antigua Grecia, donde la tragedia que asumían sus guerreros y héroes era lo que les empujaba a crear tales magnificas obras que han sido referentes a lo largo de la historia. Pero no debemos quedarnos solo con eso, ya que hay un valor intrínseco mucho más valioso: Esa metodología para convertir el dolor, el sufrimiento, o el desastre, en el apaciguamiento de los sentimientos del ilustrador, del soñador, del artista. Podemos ver este comportamiento en todos y cada uno de los periodos artisticos, asi como en las tesis de filósofos como Friedich Nietzsche, el cual reconocía dentro de su critica a occidente, que la única metafísica valida es la del artista.

Como nuestras madres son capaces de averiguar cada atisbo sentimental que nace en nuestro ser, todo artista argumenta sus obras, de forma que sea el único capaz de reconocer y determinar la perfección de sus creaciones. El artista es el que ha experimentado ese sentimiento que se ha materializado en el embrión de su obra, prosiguiendo con un desarrollo implícito que da forma, color, y sentimiento a su obra. No requerimos un virtuosismo absoluto para ello, sino esa inquietud que emana de nuestro ser, esas ganas de gritar, ese sentimiento que lucha por abandonar nuestro cuerpo, y convertir un lienzo, un silencio, en color, en música.

Vivimos en un mundo gris, el cual se tiñe de color en nuestras mentes, son nuestras manos las que dan color a cada rincón de nuestro universo. El plano que delimita esa magia son nuestras manos, nuestras ganas de crear, nuestras ganas de sentir. La perfección reside en el nacimiento de esa metamorfosis, de esa metafísica.



Curro Ruiz

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